No se si es cosa mía o desde hace algunas semanas en la blogósfera maternal estamos "de moda" los papás blogueros.
El primer indicio de esto me lo dio la sección
Pregúntale a Papá del blog de Pilar,
Maternidad continuum; en la que
David Lay contesta preguntas sobre crianza desde su visión masculina.
También hace poco que a
Papá cangrejo se le ocurrió sacar
un premio blogueril exclusivo para papás al que, por cierto, le debo un post porque he sido uno de los agraciados.
También recientemente, Ira de
Mà a mà, pella a pell, cor amb cor ha escrito un post sobre nosotros. Lo podéis leer
aquí.
Por otro lado, hace ya algún tiempo que
#papanoara actualiza una
lista de varones que no tienen suficiente con criar uno o varios churumbeles; sino que, además, les da por escribir una bitácora.
Incluso algunos medios digitales se han interesado por el tema, como en
este articulo en VLCNews en el que nombran a un servidor (ejem, ejem)
¿Por qué este auge de papás en la blogósfera maternal? En mi opinión esto se debe a que
el modelo de paternidad está cambiando. Los hombres cada vez nos implicamos más en la crianza de nuestros hijos, descubrimos todas las satisfacciones que esto conlleva y, por ello, deseamos compartirlas.
Hoy en día veo que algunos papás
empiezan a perder el miedo a tratar a sus hijos con amor. No digo que los papás de antes no quisieran a sus hijos pero no estaba dentro del "rol" del hombre demostrarlo. También veo que muchos padres tratan a sus hijos con respeto. Han dejado de ser las figuras que imponen disciplina para convertirse en padres que se ponen a la altura de sus hijos, les escuchan y les acompañan en su aprendizaje intentando no ordenar, ni gritar, ni imponerse. Educando desde otro punto de vista distinto.
Es cierto que aun queda mucho para que la mayoría de los hombres se implique en la crianza de los hijos, pero es difícil cambiar el modelo educativo machista que arrastramos durante siglos. Muchas veces, sin querer, repetimos los patrones que hemos visto en casa y a nuestro alrededor a lo largo de nuestra infancia.
Por ejemplo, cuando era pequeño casi nunca colaboraba en las labores del hogar. Nunca me lo inculcaron. Solo lo hacía en casos absolutamente necesarios como por ejemplo calentar la comida o hacer un huevo frito para mi hermano y para mi cuando mi madre trabajaba, pero poco más. Cuando me "arrejunté" con Lamamá, tenia claro que era mi deber colaborar en los trabajos domésticos pero, la verdad, entre que soy muy vago y que no estaba acostumbrado a hacerlo he tenido (y sigo teniendo de cuando en cuando) muchas discusiones con ella. Una de las frases que yo más repetía era "Pero si te he ayudado con..." (póngase aquí la tarea que se quiera: plancha, platos, etc.) Y entonces a ella se le hinchaba la vena y respondía "Tu no me ayudas, tu estás haciendo la parte que te corresponde" y tenía toda la razón. Me costo bastante tiempo interiorizar ese detalle, que las labores eran cosa de dos no solo en la intención, sino también en la acción e incluso en el lenguaje.
Es por esto que muchos hombres todavía deben (o debería decir debemos, porque aun tengo mucho que mejorar) interiorizar que la crianza es cosa de los dos.
Que el demostrar amor por tu hijo no te hace menos hombre. Y que criar a un hijo es algo tan maravilloso que no deberíamos alejarnos de ello por unos tabúes sociales que están quedando desfasados.